Suicidio del Milan

El Milan dijo adiós a Europa ante un camiseta Liverpool 2021 que fue mejor a pesar de las rotaciones y al que, sobre todo, le regaló dos goles que hicieron imposible su noche. Klopp, al final, cumplió su promesa e hizo muchos cambios, aunque no quiso renunciar a Alisson, Mané y Salah. Los italianos llegaron con una lista de bajas larga e importante (Rebic, Kjaer, Calabria, Giroud, Leao y Pellegri), pero, empujados por un San Siro impresionante, habían empezado el choque de la mejor manera.

Tomori, que en la ida protagonizó un tanto en propia puerta, aprovechó en un córner un rechace de Alisson y empujó el esférico entre palos en el 29’. Fue el momento de mayor alegría rossonera, y fue el único.

Tras el gol, empezó el dominio del Liverpool, y fue impresionante ver como el segundo equipo de la Premier arrolló al líder del Calcio a pesar de sus rotaciones. Salah sumó 20 tantos en este curso tras un disparo de Oxlade-Chamberlain y una mala intervención de Maignan y en la segunda parte otro regalo milanista sirvió para completar la remontada.

Tomori se olvidó increíblemente del balón delante de su área, Mané remató, Maignan volvió a ser imperfecto y Origi apareció con un preciso cabezazo. El Milan tuvo 40 minutos para conseguir remontada y clasificación, pero pareció haberse rendido y cambió su ritmo solo en los últimos diez minutos, cuando era demasiado tarde. Kessié, en el 86′, desperdició un mano a mano con Alisson, y poco después llegaron las noticias de Oporto, que acabaron con las esperanzas que quedaban. Los Reds cerraron una fase de grupos perfecta con pleno de victorias, los italianos dijeron ‘hasta pronto’ a su competición favorita, a la que habían vuelto tras siete años, y ahora les toca centrarse solo en el Scudetto. Al Inter, hace un año, le pasó lo mismo y sabemos cómo acabó.

El Liverpool, con un ojo en el City

En menos de una semana, el Liverpool tiene que defender dos tronos: el de la fase de grupos de la Champions y el de la Premier League. Un escenario que beneficia claramente al Atlético de Madrid, que verá cómo los reds deberán ir a Oporto (21:00) con la necesidad de hacer rotaciones por la visita del Manchester City a Anfield el domingo en liga. Van Dijk, Jota y Alexander-Arnold, entre otros, pueden ser los elegidos por Klopp para quedarse fuera ante los portugueses, que ya dejaron claro ante los del Cholo que no van a vender barato el quedarse fuera de los octavos de final.

De hecho, el Oporto está invicto en este arranque de temporada y solo ha concedido cuatro goles en los ocho encuentros que ha disputado hasta la fecha. Únicamente el Benfica, que lleva pleno de victorias en las siete jornadas de la liga portuguesa, le priva del liderato. Un encuentro, por tanto, que no será para nada cómodo para los reds, pero en el que deberán hacer rotaciones prácticamente obligadas, pues la Premier League no podría estar más apretada arriba y cualquier tropiezo se paga caro.

El Oporto, por cierto, aún no ha ganado al Liverpool en competición oficial en ocho intentos. Mbemba está sancionado y Pepe es duda.

Resistir también es ganar

El Real Madrid, que tiene el acta fundacional de la Champions, conoce mejor que nadie las mil maneras de llevarla hasta su museo. Por eso tiene trece. En Anfield adoptó el modo supervivencia, con algún mal rato pero sin verse sometido a un agobio feroz. No hay gran trofeo que no obligue a pasar en algún momento por cuidados intensivos. Esta vez el Madrid jugó con el tiempo, la ansiedad de un Liverpool venido a menos, la confianza de quien conoce el oficio y dos centrales que no parecieron suplentes. Y, así, sin la solemnidad de otros tiempos, se ve de nuevo en semifinales, un territorio que hace tres meses le parecía Marte.

Visto el once, cabe deducir que Zidane no le tuvo miedo a Anfield, o al esqueleto de Anfield, por ser exactos, pero sí a Odriozola. Hace tiempo que el Madrid tiene dos plantillas: una formal, amplia, en la que están todos los que cobran, y otra real, corta, a la que el técnico confía su vida (o las vidas de cien gatos, que son las que ha consumido en cinco años). Odriozola, al que le cuesta fingir que es un extremo mal reconvertido, sólo figura en la primera. Sus 47 minutos en dos meses con el lateral derecho titular lesionado son prueba irrefutable. Y como Zidane entendió que con la defensa propia y la ajena deshechas era mejor devolver goles que evitarlos mantuvo su tridente y le cambió el registro a Valverde al ponerle de insólito lateral derecho. Jugadores con sus pulmones lo admiten casi todo. Hasta plantarse en la cara de Mané, que conoció tiempos mejores.

Klopp, al que no le gustaron de Madrid ni Valdebebas ni el árbitro (y si le dan un minuto más de micrófono dispara al Retiro y al Museo del Prado), estuvo en las mismas. Insistió en los poco fiables centrales interinos para mantener a Fabinho en el corazón del equipo y entendió que la competición exige oficio (bien lo sabe el Madrid), el de Milner y Firmino, dos boinas verdes.

La carga ‘red’

El Liverpool es un equipo sin preámbulos, que ordena la carga de la caballería desde la secuencia de apertura hasta los títulos de crédito. Y traía en la cabeza el manual de la remontada: la primera entrada (brutal, de Milner a Benzema), el primer disparo (a quemarropa, de Salah, a los pies de Courtois), el primer córner…

Al Madrid le costó muletear esa primera embestida. Courtois le sacó un segundo gran remate a Milner y Mané, jugador relámpago, le dio un mal estreno a Valverde. Fue hasta que los centrocampistas blancos, el mejor activo del equipo, salieron a escena y aplacaron el temporal con posesiones largas, que tienen un efecto refrigerante. Pero le costó ir más allá, amenazar, probar a Alisson, asustar a los centrales de Klopp. Fue un manoseo de la pelota sin darle una preocupación al Liverpool hasta la irrupción de Benzema, que con el único auxilio de su ciencia fue inventando recortes en el área hasta estrellar su disparo en el palo. El francés se siente capaz de todo. Fue la primera vez que el Madrid dejó de mirar el reloj para mirar a Alisson.

El Liverpool, sin la pelota, perdió el factor sorpresa, más allá del revoloteo permanente de Salah, su único volcán verdaderamente activo, y de esa facilidad para penalizar las pérdidas del rival. Ese punto, mitad estratégico mitad emocional, fue la gran aportación de Klopp para el despegue de un equipo con un largo declive en la mochila. En el juego posicional, sin embargo, es menos ocurrente.

Con todo, camino del descanso, retomó el estruendo de los primeros minutos, pisó el área y tuvo dos buenas ocasiones, erradas por Salah y Wijnaldum. El Madrid, en esa primera parte estuvo sobresaliente en temple y cerca del suspenso en las llegadas, que resultan siempre disuasorias cuando el enemigo aprieta. Así que se vio moderadamente aculado en la portería de Courtois.

La resistencia

Ese progresivo cautiverio del Madrid se acentuó a la vuelta de vestuario, cuando el Liverpool le metió más nervio a su presión. En tres minutos, Firmino tuvo dos buenas opciones dentro del área. Courtois le tapó un primer disparo y metió después mal la cabeza a un centro desde la derecha. Echó de menos en esa acometida el rugido de Anfield, una grada que hasta remata córners.

Cuando amainó por segunda vez, Klopp buscó la agitación en el banquillo. Thiago, para mejorar el riego; Diogo Jota por un central para acobardar al Madrid, con Fabinho en el eje de la zaga. A Zidane no le quedaba demasiado para responder y mantuvo a su fatigado once, que sólo había amenazado con una llegada de Mendy, cuyo centro, en medio de una marea roja, no llegó a un Benzema que ya se relamía, y con un esprint que ganó Vinicius, al que un control largo de cabeza le dejó sin opciones para la vaselina sobre Alisson.

El Madrid se excedía en su contención y a menudo se vio en un lío con esa defensa de acumulación casi en área propia. Corría el equipo de Zidane el riesgo de verse abatido por una bala perdida. De dos le salvó Militao, otra vez impecable, como Nacho.

El técnico francés vio otra vez al equipo al límite. Kroos sacó bandera blanca y no le quedó ya otro remedio que meter a Odriozola. También se marchó Vinicius, que no encontró por donde colarse.

Con todo perdido, el Liverpool ya no miró a su espalda y el Madrid tuvo hasta la victoria en un cabezazo franco de Benzema, que pifió al picarlo, pero el partido se quedó a cero. El número perfecto para un Madrid levantado de atrás hacia adelante. Empezando por el mejor Courtois y acabando por Zidane, al que el tiempo convertirá en eterno.

Salah marca el ritmo y el Liverpool va a por los récords

Una victoria más, una jornada menos. Si el Liverpool vence en tres de las cuatro jornadas que faltan de la Premier League, superarán el récord de los 100 puntos del Manchester City de Guardiola. Ese objetivo se han puesto los de Jürgen Klopp para el final de la temporada, superar todos los récords posibles, y éste es el más importante. Pronto se vio esa actitud en el duelo contra el Brighton (1-3).

Antes del minuto 10, los ‘reds’ ya iban ganando por 0-2. La altísima y asfixiante presión del Liverpool provocó dos recuperaciones de Keita en campo rival que desembocaron en los goles de Salah y Henderson para dar una ventaja tranquilizadora desde el inicio. Tampoco se hizo esperar la reacción del Brighton, que fue a más hasta el descanso y recortó distancias por medio de Trossard, rematando un magnífico centro de Lamptey, el joven lateral de 19 años, uno de los más destacados del partido.

Pero fue Salah quien abrió y cerró el marcador. El futbolista egipcio volvió por sus fueros, en su mejor versión, y remató un córner de Robertson en el tramo final para hacer el 1-3 definitivo. Salah suma un total de 19 goles en esta temporada en la Premier League (23 dianas entre todas las competiciones, además de 11 asistencias). Y no es el único dato, ya que en sólo 104 partidos con la camiseta de los ‘reds’, Salah ya ha participado en 100 goles (73 los ha marcado y 27 los ha asistido).
Por su parte, el Brighton sigue en la parte baja de la tabla, aunque lejos del descenso. Los de Potter se quedan en la 15º posición de la tabla con 36 puntos, nueve más que el Aston Villa que marca el descenso, aunque los villanos tienen un partido menos.