Aunque las operaciones siguen sin concretarse, el ruido alrededor de los fichajes y las ventas empieza a aumentar en el entorno del Sevilla. Y más concretamente, en relación a Jules Koundé, el futbolista de mayor cotización de la plantilla nervionense y con el que se espera hacer la caja necesaria para abordar las incorporaciones que el equipo de Lopetegui necesita.
El caso es que Koundé quiere dar un salto, pero no sólo en lo económico. Al contrario, el joven central francés prioriza progresar deportivamente, algo que el interés del Tottenham, lo más parecido a una oferta que ha tenido, no le garantizaba. Pero ahora la cosa ha cambiado, puesto que el Chelsea ha entrado en escena.
Así lo asegura The Sun, que informa de que la intención de Tuchel, técnico de los londinenses, es la de rejuvenecer su plantilla con los fichajes de dos jóvenes franceses: el mencionado Koundé y Camavinga. Lógicamente, el Chelsea sí colma las expectativas deportivas de Koundé. Ahora falta que colme las económicas del Sevilla.
Courtois: A día de hoy es, probablemente, el portero más en forma del planeta. En el minuto 9 dejó una de las paradas de la temporada, en un remate a bocajarro de Werner. Muy seguro en todos los centros laterales, en los que no dio opción a sus ex.
Carvajal: Lejos de su mejor momento físico tras la inactividad, no le ayudó el sistema: carrilero largo sin nadie por delante en banda. Sufrió mucho. Fue sustituido en el tramo final, agotado.
Militao: Muy buen partido. Se vio desbordado en algunas jugadas por el vendaval del Chelsea en ataque en la primera media hora, pero si el Madrid consiguió igualar el partido fue en gran parte por su contundencia en los cruces. Su segunda mitad, imperial.
Varane: Son estos partidos sin Ramos en los que se le exige un liderazgo que no termina de ofrecer. Zidane le colocó en el centro de una defensa con tres centrales y no fue el líder que se esperaba. Los delanteros del Chelsea le superaron con excesiva facilidad, pillándole fuera de sitio en varias jugadas.
Nacho: Uno de los jugadores más en forma del Real Madrid. Sufrió para tapar las carencias de un Marcelo que le ayudó poco o nada, pero aun así abortó muchos ataques peligrosos.
Marcelo: Zidane le dio la titularidad en un partido grande mucho tiempo después y el brasileño evidenció una vez más que ya no está para este nivel. Fue un agujero atrás e intrascendente en ataque. No le acompaña el físico ni la actitud.
Casemiro: Muy incómodo en la salida de balón, por momentos sufrió también en defensa por la movilidad de los mediapuntas del Chelsea, que le sacaron de posición en varias jugadas. Buena media hora final, con cortes decisivos.
Kroos: Kanté no se despegó de él y le complicó la vida para que no estuviera cómodo en ningún momento. A pesar de ello puso criterio y cambios de juego siempre que pudo. Mejoró en la segunda parte.
Modric: Muy flojo primer tiempo, anulado por los centrocampistas del Chelsea. Creció en la reanudación y con él lo hizo el Madrid, que jugó al ritmo que marcó.
Vinicius: Dejó una buena arrancada y ayudó mucho en la presión, aunque entró menos en juego de lo que acostumbra. Poco brillo, fue el primer sustituido por Zidane.
Benzema: El Madrid depende de él en ataque. Suyos fueron los mejores movimientos y las mejores oportunidades, con un balón que estrelló en el palo en el minuto 22, cuando peor lo pasaba su equipo, y el gol del empate que apagó el ímpetu del Chelsea.
Hazard: Fue el primer cambio de Zidane. Apenas dejó ninguna jugada reseñable.
Asensio: Zidane sorprendió con su posición: le colocó de carrilero. No está cómodo ahí y se fue al ataque y al centro siempre que pudo.
Odriozola: Dejó una entrada muy dura a Rudiger que le costó la tarjeta amarilla.
Rodrygo: Cuesta entender este cambio por parte de Zidane: en el descuento (se perdió tiempo), por el jugador con más gol del Madrid (Benzema) y con el equipo buscando la victoria.
El Real Madrid recibe en Valdebebas esta noche a un Chelsea que ha hecho de la solvencia defensiva su seña de identidad: ha dejado su puerta a cero en 16 de los 21 encuentros que ha dirigido Thomas Tuchel. Unos números impecables con los que el Madrid, sin embargo, es capaz de rivalizar: lleva 390 minutos seguidos sin encajar un solo gol, los que han pasado desde que Mingueza hiciese el 2-1 para el Barcelona en el minuto 60 del Clásico. Desde entonces, van más de cuatro partidos con la red de Courtois inmaculada.
Gran parte de su mérito descansa sobre los hombros del portero belga, que ante el Betis, en la última jornada de Liga, salvó el punto para los blancos con dos paradas, en especial con un mano a mano ante Borja Iglesias en el que redujo al máximo los espacios para el ariete. Courtois ha detenido 22 de los últimos 24 disparos que ha recibido entre los tres palos y sólo los momentos de zozobra que ha pasado el Madrid en meses anteriores le impiden estar en cifras como para liderar el Trofeo Zamora en Liga.
Ha encajado 24 goles en 33 partidos hasta el momento, con un promedio de 0,73 tantos por duelo. Marcha tercero en la clasificación que define al mejor guardameta del torneo español, muy cerca de Bono (0,72) y a cierta distancia de Oblak, con 22 goles recibidos en 33 partidos (0,67). El reconocimiento, que Courtois ya ha recibido tres veces (dos de ellas con el Atlético y una con el Real Madrid), aún está al alcance. Dependerá de lo que suceda en las cinco jornadas finales y en buena medida marcará también las opciones del Madrid de luchar por el título.
Courtois, ante su pasado
Ahora llega la Champions, donde Courtois no ha andado tan fino, como el Madrid en general en defensa: 11 goles encajados en diez encuentros. Nueve de esos once goles, eso sí, los recibió durante la mejorable fase de grupos que realizó el equipo de Zizou; entre octavos (Atalanta) y cuartos (Liverpool), sólo dos goles recibidos en cuatro encuentros. Y llega el Chelsea, un equipo con el que el belga ha mantenido un vínculo en el pasado.
En el verano de 2011, El Genk traspasaba a Courtois al Chelsea a cambio de nueve millones de euros; casi al mismo tiempo, se anunciaba su cesión al Atleti, donde jugó tres años, a la espera de que Cech, toda una institución en Stamford Bridge, le hiciese hueco. En verano de 2014 regresó para jugar cuatro temporadas en el Chelsea: 154 partidos y 152 goles encajados. En Inglaterra ganó dos Premier League, una FA Cup y una Copa de la Liga, hasta que solicitó salir, camino de Madrid…
Eden Hazard ha disputado cerca de media hora en el partido de ida de semifinales entre Real Madrid y Chelsea. El belga incluso apuntaba a la titularidad, pero Zidane consideró que aún no estaba al cien por cien, recién recuperado de su lesión muscular. El ex ‘blue’ lo aclaró: «No tengo que saltarme etapas«. Aun así, el técnico francés confió en él para el tramo final, en el que el partido estaba más embarrado. Trató de participar en la ofensiva del equipo, si bien no pudo desequilibrar ni generar ocasiones de peligro.
Tras el encuentro, compareció en los micrófonos de BT Sports, admitiendo que lo que se vio en el terreno de juego podría haber dejado un resultado más desfavorable de cara a la vuelta: «El marcador podría haber sido peor. Aún queda el partido de vuelta, tenemos que pensar en el partido contra Osasuna este fin de semana, luego ir ahí abajo para ganar».
Además, también explicó por qué había disputado tan solo un rato en la segunda mitad, consecuencia de su lesión y los plazos de su recuperación: «No tengo que saltarme las etapas. Por supuesto que quiero estar en el campo. Aún quedan partidos por jugar al final de la temporada, así que quiero estar listo para ellos. Simplemente feliz de poder volver a jugar».
Por último, habló del sistema y del reencuentro con su exequipo: «Siempre es bueno jugar contra amigos, pero que ahora es jugador del Madrid y que solo quiere ganar. ¿Repetir esquema? Pregúntale al entrenador. Ya hemos jugado con esta formación antes y sabemos hacerlo. También sabemos con cuatro atrás. Depende del entrenador». En Twitter, elogió a Benzema: «Gran definición».
Todo fue lo que parecía. El Chelsea, un hueso. El Madrid, Benzema y diez más. La Champions, un mal sitio para meter la pata. Makkelie, un árbitro al servicio de sí mismo y no de quien le puso en Valdebebas. Y la eliminatoria, un thriller que se resolverá en Londres. La gran virtud del Madrid en esta competición que fundó y que explica sus trece copas radica tanto en su capacidad para aprovechar el viento de cola como para sortear tempestades. Una se le vino encima en la primera mitad y salió vivo de ella. Y luego restableció un equilibrio que espera romper en Stamford Bridge. Le costará.
Atendiendo a la estadística reciente de los dos terraplanistas (uno, el Chelsea, arrepentido como Galileo; otro, el Madrid, persistente) se anunciaba el desfile de una columna de blindados. Atendiendo a las alineaciones, también. Zidane se fue a los tres centrales, que ahora es mal menor por varias razones. La principal, que el séquito de Benzema en ataque está muy lejos de aquellos tiempos de la BBC, un bombardero que no miraba a retaguardia y que justificaba de sobra esa juerga loca del 4-3-3. Pero es que además a Zidane, aunque tarde, se le ha aparecido el banquillo con el renacimiento de Nacho y Militao (excelente otra vez), más Marcelo, que con la red de un central de más aún tiene recorrido y el plus de la experiencia en una competición que él y el Madrid traducen como nadie.
Tuchel tampoco tocó nada. Le ha ido bien con ese 3-4-2-1 que amuralla al equipo por el centro con Kanté y Jorginho, un cerrojo de doble vuelta, y sin su fichaje estrella, Havertz, que aún debe coger ese punto canalla que tiene la Premier. El partido, en cualquier caso, tuvo más marcha de la prevista. El furgón blindado pasó de largo.
La manada azul
El Chelsea es un equipo de enorme exuberancia física para el que cualquier zona del campo es aprovechable. Con y sin balón. Más incluso sin balón. Así que, presumiendo de vigor extremo, se fue a buscar al Madrid allá donde estuviese. A por los centrales, a por los laterales, a por Casemiro, a por los constructores. Aquella manada azul resultó un verdadero incordio para el equipo de Zidane. Más con un árbitro, Makkelie, muy permisivo con los contacto.
El Chelsea de Tuchel es un experto en penalizar la pérdida ajena. Pudo hacerlo pronto, en una llegada de Mount, con dejada de Pulisic de cabeza y remate de Werner a tres metros de la línea de gol. Courtois sacó un pie por reflejos y evitó un gol seguro. Aquello no acabó con el dominio del Chelsea, un equipo de extraordinaria agresividad y un ritmo muy superior al de este Madrid exhausto. Así que antes del cuarto de hora repetiría. Pulisic encontró la espalda de los centrales en un envío de Rüdiger, sorteó con paciencia a Courtois y marcó entre los centrales del Madrid, que esperaban sobre la línea lo inevitable. El equipo de Zidane defendió mal la acción de principio a fin.
Sólo pareció vulnerable el Chelsea a la velocidad atropellada de Vinicius, poco aprovechada, y al duende de Benzema, que ha aprendido, a la fuerza, a vivir en soledad. Sin más ayuda que la de su ingenio se inventó un zurdazo al palo para proclamar que el Madrid existía. Mientras, a Modric, Casemiro y Kroos el partido les pasaba por encima. Su motor no estaba al alcance del correcaminos Kanté, de Jorginho o del diabólico Mount, un cuchillo con espacio por delante.
Y en este escenario de máxima adversidad empató el Madrid. Un centro de Marcelo pasó por las cabezas de Casemiro y Militao hasta llegar a Benzema, que salió del trance con dos acrobacias: un control de testa y una volea tremenda. Era un jugador contra el mundo. El gol del francés y la lluvia incesante le bajaron la temperatura al Chelsea hasta el descanso sobre un césped de cristal.
La igualdad
El inicio de la segunda mitad estuvo más cerca de los pronósticos. El Madrid encogió la distancia entre líneas y pareció protegerse mejor, y el Chelsea ya no encontró tantas puertas por donde colarse. Quedó la impresión de que uno y otro concluyeron que la batalla va a ser larga y que cualquier riesgo de más es innecesario. Un partido con menos ruido jugaba a favor del que tenía menos ritmo, claramente el Madrid.
En ese periodo de encalmada pintaba poco Vinicius y Zidane se echó en brazos de Hazard, ese convaleciente eterno que hace casi dos años llegó para patronear al equipo. Tuchel, consciente de que el partido ya sonaba a bolero, cambió a un futbolista por línea sin más pretensión que volver a poner en marcha aquel motor de gran cubicaje. Esa situación de equilibrio ya le parecía un éxito al Madrid, consciente de que en la primera parte se había visto desbordado.
A un cuarto de hora del final, los laterales del Madrid sacaron bandera blanca y a Zidane, que ya no tenía más, no le quedó otra que colocar a Asensio como carrilero zurdo. Los cambios revitalizaron al Madrid con algunos detalles esperanzadores de Hazard. Quizá por ahí, por el lado más inesperado, esté su billete a Estambul.
El fútbol español está en crisis.Su hegemonía está en serio peligro tras ganar cinco títulos de Champions en las últimas siete ediciones. En las dos últimas temporadas equipos alemanes, ingleses, italianos y franceses han pasado por encima de Real Madrid, Barcelona, Atlético, Sevilla o incluso Valencia. Un bajón que se ha escenificado en los malos resultados de Barcelona, Sevilla o Atlético en estos octavos de final. Si los blancos también pinchan y ninguno de los cuatro clubes españoles consigue pasar de ronda se volvería de golpe a la temporada 2004-2005, la peor a nivel continental para España. Un duro varapalo.
Hay que retrotraerse hasta esa campaña 2004-2005 para ver unos cuartos de final de la Champions sin españoles. En esa edición el Liverpool de Rafa Benítez remontó al Milan la final de Estambul (3-2). PSV y Chelsea fueron los semifinalistas y Real Madrid y Barcelona fueron los dos clubes de LaLiga que más lejos llegaron, pero su tope fueron los octavos de final. Valencia y Deportivo ni siquiera pudieron pasar de la fase de grupos.
Juventus y Chelsea, los verdugos
Con muchos problemas internos e institucionales, el Real Madrid sucumbió ante la Juventus de Fabio Capello. Los madridistas, entrenados por Vanderlei Luxemburgo, vencieron en la ida del Santiago Bernabéu por 1-0 (gol de Helguera), pero en la vuelta en Turín el partido se fue a la prórroga. Un gol de Zalayeta en el 116′ (anteriormente había marcado Trezeguet) acabó con el sueño del Real Madrid de ‘Los Galácticos’ en esa edición de Champions y aceleró el hundimiento del barco blanco una campaña después.
El Barcelona tampoco tuvo mejor suerte. Con Frank Rijkaard como entrenador consiguieron tumbar al Chelsea de José Mourinho en el Camp Nou (2-1, Etoo y Maxi López). La vuelta en Stamford Bridge fue un calvario para los azulgrana. A los veinte minutos perdían 3-0, aunque dos tantos de Ronaldinho antes del descanso hacían soñar a la parroquia culé con la remontada pero el postrero tanto de Terry sentenciaba el encuentro (4-2). Y dejaba al fútbol español sin ningún representante en Champions. La anterior vez fue en 1993 con un formato diferente de competición. De todos modos, el mal trago de 2005 no duró mucho y a la edición siguiente el Barça levantaba la segunda ‘Orejona’ de su historia.
«Si es lo mejor que LaLiga tiene para ofrecer, entonces están en problemas»
Una merma de competitividad de los clubes españoles que ya dio sus primeros síntomas la campaña pasada. El Bayern Múnich barrió al Barcelona (2-8) y el Atlético fue eliminado por el RB Leipzig en cuartos (salvó los muebles la Europa League del Sevilla). En ésta el paso atrás es más evidente. A la crisis económica acuciante como consecuencia de la pandemia se ha sumado la salida de grandes futbolistas desde la liga española a otras competiciones.
El Real Madrid ante la Atalanta tiene la oportunidad de revertir esa situación y salvar el orgullo del fútbol en España. Un prestigio que ya está en entredicho fuera de nuestras fronteras. Joe Cole, ex internacional inglés y ahora comentarista en BT Sport, resumió de manera muy clara la impresión que había dado el líder de LaLiga española frente al Chelsea, quinto de la Premier: «Si es lo mejor que LaLiga tiene para ofrecer, entonces están en problemas».
Vuelve el balón de la Champions League a rodar con un martes cargado de adrenalina. En esta primera parte de la cuarta jornada comenzarán a decidirse grupos y el futuro de algunos equipos, para lo bueno y para lo malo. Ocho partidos con grandes nombres y necesidades que nos obligarán a tirar de multipantalla a aquellos que tengamos acceso a ella. Chelsea, Juventus, Borussia Dortmund, Manchester United o PSG son algunos de los actores que completan el elenco de hoy y acompañan a los protagonistas dentro de nuestras fronteras en esta superproducción: Sevilla y Barcelona.
Partidos más destacados:
Krasnodar-Sevilla (18:55 horas, Movistar Liga de Campeones)
Una victoria tacharía de la lista de Lopetegui el primer objetivo de la temporada, pasar de fase en la máxima competición continental. Siempre que el Rennes no le robe los tres puntos al Chelsea en el otro partido del Grupo E. Ya tiró el Sevilla de épica en la primera vuelta ante los rusos y lo hizo frente al Celta este fin de semana. En el Krasnodar Stadium, mejor dejar a un lado los sustos. Con Navas sancionado, Koundé puede ocupar el lateral derecho y dejar a Diego Carlos sin su socio habitual.
Dinamo de Kiev-Barcelona (21:00 horas, Movistar Liga de Campeones)
En cuadro, así llega el conjunto azulgrana a Kiev. Por las lesiones y por la convocatoria de Ronald Koeman, que ha dejado en Barcelona a Leo Messi y a Frenkie de Jong. La clasificación está encarrilada y la victoria en Turín pone a tiro la primera plaza, pero si ya se ha dado el paso adelante, mejor evitar dar dos atrás con un pinchazo inesperado. Hora de reivindicarse para Dembélé y Griezmann y de estrenarse para el canterano Mingueza, que acompañará a Lenglet en la zaga.
Resto de partidos de Champions de hoy:
Rennes-Chelsea (18:55 horas, Movistar Liga de Campeones)
Borussia Dortmund-Brujas (21:00 horas, Movistar Liga de Campeones)
Juventus-Ferencvaros (21:00 horas, Movistar Liga de Campeones)
Lazio-Zenit (21:00 horas, Movistar Liga de Campeones)
Manchester United-Basaksehir (21:00 horas, Movistar Liga de Campeones)
PSG-RB Leipzig (21:00 horas, Movistar Liga de Campeones)
Partidos de LaLiga Smartbank:
Castellón-Alcorcón (19:00 horas, Movistar LaLiga)
Girona-Málaga (19:00 horas, GOL y Movistar LaLiga)
Les sonará el nombre de Chary Musonda. Aquel atrevido futbolista que hizo de las suyas por el Benito Villamarín y que estaba llamado a hacer historia. A los 16 años, de hecho, fue catalogado como el mejor futbolista del mundo entre los de su generación. Ocho temporadas después, lo cierto es que lucha cada día por seguir disfrutando de su gran pasión: el fútbol. Y lo hace con el temor de que la rodilla le juegue una mala pasada. Ya son dos las veces que se ha roto el ligamento cruzado y los médicos le llegaron a diagnosticar un 20% de posibilidades de volver a pisar un terreno de juego. Un sueño roto, convertido ahora en entrega para volver a ser el que fue.
El futbolista ha querido narrar su historia a través de Instagram. «Han pasado cuatro años desde que podía jugar partidos profesionales seguidos. Tres años desde la última vez que jugué para mi club. En dos de esos últimos cuatro años, me lesioné el ligamento cruzado de la rodilla. No sentía nada más que angustia y dolor. Los médicos me dijeron que pasar por una cirugía después de haber estado tanto tiempo fuera sería mi final. ‘Una montaña imposible de escalar’ fueron las palabras exactas».
En 2016 comenzó con los problemas, las molestias continuas en la rodilla no le permitían rendir. Mientras, el Chelsea le buscaba acomodo profesional para que pudiera explotar al máximo su potencial. Tras su paso por el Betis, llegó al Celtic de Glasgow. Era su momento, pero tampoco encontró el rendimiento esperado. En 2018, su primera gran lesión en la maldita rodilla limitó sus participaciones con la camiseta del Vittesse. Ya en el arranque de la 2019-20, disputó tres encuentros hasta que tuvo que pasar por el quirófano. El 16 de agosto de 2019 fue su último partido como profesional.
Esa es la historia de un llamado a ser estrella del fútbol mundial. «Extraño mucho el deporte y estoy haciendo todo lo posible por volver a jugar. Para todos los niños que tienen un sueño y están lesionados o atraviesan por enormes contratiempos, ¡no os rindáis!«, continúa Musonda en Instagram. Día a día, se ejercita con fisioterapeutas para recuperar su rodilla: «Seguiré escalando la montaña insuperable todos los días para correr con el balón una vez más, porque no hay mejor sensación que enfrentar a alguien y sentirse vivo. Hasta que llegue ese momento seguiré entrenando y creyendo en una remontada imposible«.
«Porque las remontadas más grandes siempre se dan cuando parece que no hay vuelta atrás y ahí es cuando tenemos que profundizar y vivir para contar la historia y no morir en ella. #EstaEsMiHistoria y cómo sigo entrenando y preparándome, a pesar de las bajas probabilidades, para algún día volver», cierra el atacante belga. Las expectativas puestas sobre su figura hablaron en su día de éxitos y fracasos, con metas por las nubes y objetivos difíciles de cumplir para alguien terrenal. Pero así es el fútbol y su horizonte es volver a jugarlo. En esta batalla, Musonda quiere ser el mejor. Y lograrlo, de una u otra manera, lo logrará.
La brillante generación del 96
A los 16 años, Musonda, para un estudio, era el mejor jugador de su generación. Es decir, la de 1996. Si bien es cierto que, a día de hoy, no hay ninguna estrella mundial de tal edad, sí que hay futbolistas con brillantes carreras y que apuntan a dominar el deporte rey en las próximas temporadas. Estos son algunos de ellos: Leroy Sané, Timo Werner, Dele Alli, Rodrigo Hernández, Arthur, Fabián, Pavard, Maddison, Marco Asensio, Chillwell, Brandt, Lo Celso, Adama Traoré, Diogo Jota, Mikel Merino o Dani Ceballos.
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El conjunto londinense estaría dispuesto a llegar a una cantidad en torno a los 100 millones de euros, lo que convertiría al esloveno en el portero más caro de la historia, puesto que ahora mismo ocupa precisamente el actual portero titular de los ‘blues’, el español Kepa Arrizabalaga.
Precisamente el ex del Athletic podría tener un papel importante en la operación, según informaciones de medios británicos, ya que, en tiempos de crisis por el coronavirus, el Chelsea estaría dispuesto incluso a añadirle en la operación para ‘abaratar’ el fichaje. Y no es que en Stamford Bridge no estén conformes con el rendimiento de un portero con mucho futuro, pero tal es el interés de Frank Lampard en tener a Oblak que estarían dispuestos a desprenderse de un valioso activo como lo es Kepa.
En cualquier caso el Atlético de Madrid no se plantea la salida de Oblak de ninguna manera. Desde hace años el club entiende que para competir por los títulos en España y Europa debe hacer todo lo posible para mantener a sus mejores jugadores y eso es lo que pasará también este verano con el portero esloveno.
Oblak renovó su contrato con el Atlético en abril de 2019. Firmó hasta 2023 y su cláusula pasó de 100 a 120 millones de euros. Una cantidad en principio abrumadora, pero que no queda lejos de lo que el Chelsea pondría sobre la mesa desde el primer momento de la negociación.