Muriel salva los muebles ante un Young Boys indomable

El Young Boys, tras haber tumbado al United, estuvo a punto de lograr otra hazaña ante el Atalanta. Los italianos salvaron los muebles gracias a una falta de Muriel sobre la bocina y se jugarán la clasificación en la última jornada, ante el Villarreal. Es un resultado positivo para el Submarino Amarillo, al que ahora le vale un empate en la ‘final’ Gewiss Stadium.

Los de Gasperini empezaron con fuerza, rozando el 1-0 con un testarazo de Palomino y lográndolo con el imparable Duvan Zapata. El colombiano sumó su décima diana en este curso recibiendo un centro en el corazón del área y girándose con un potente derechazo.

Los de Wagner, empujados por el calentísimo público del Stadion Wankdorf, se agarraron a las llegadas de Elia y crecieron con el paso de los minutos, logrando el empate justo antes del descanso. Siebatcheu aprovechó un córner de Aebischer con un testarazo y además, poco después, la Dea perdió a Zappacosta por lesión.

La doble mala noticia no le quitó fuerza a los de Bérgamo, que comenzaron la segunda parte volcados al ataque y se volvieron a adelantar. Palomino, desde el límite del área, se sacó de la chistera una preciosa rosca, imparable para Faivre.

Los italianos perdonaron la sentencia varias veces y los locales, después, mostraron una vez más las debilidades defensivas nerazzurre evidentes en este curso. La zaga de ‘Gasp’ quedó sorprendida en un saque lateral, Siebatcheu penetró en el área y centró para Sierro, que puso las tablas sin apuros.

Era el 80′ y ese gol desató unos diez minutos finales de locura. Hefti completó la remontada con un latigazo zurdo desde la frontal fulminando a Musso, pero en el momento más negro del Atalanta, reapareció Muriel.

El colombiano saltó al campo en el 87′ y su primer balón tocado fue un lanzamiento de falta que se coló en el medio de la barrera local e infló la red, valiendo un 3-3 fundamental para los orobici.

El combate no había terminado ahí, porque un indómito Young Boys hizo méritos para el 4-3 en el descuento, cuando Musso salvó a los suyos varias veces. El árbitro interrumpió el asedio local justo antes del último córner, enfureciendo a todo el estadio, que disfrutó de un partido inolvidable.

La Champions como terapia

Quien siga al Villarreal a diario en LaLiga ya se habrá acostumbrado al tobogán en el que se ha convertido su temporada. En Mestalla, nueva curva. Aquellos que sólo le hayan visto en Champions, donde el resto de planes pueden esperar, estarán de enhorabuena: vuelve su mejor versión tras empatar con el Atalanta, bailar al United sin que el resultado le correspondiera y barrer al Young Boys en Berna. Hoy, el Submarino espera dar un importante paso rumbo a octavos y, ya de paso, espantar los fantasmas que le crecen los fines de semana. Sin Gerard, Danjuma será una vez más su clavo ardiendo.

Emery quiere esquivar que se reproduzca y difunda la palabra crisis. Aunque no existe término más preciso para definir al 13º equipo en España, construido en verano para incordiar a los poderosos. El técnico, entre dudas, lesiones y rotaciones, está obligado a volver a dar otra vuelta de tuerca a su once en busca de la solidez perdida. En el lateral recuperará a Mario, al no tener a Foyth (lesionado) y Aurier (no está inscrito). El partido de hace quince días en Suiza no debe confundir al personal. El Submarino goleó, pero sobrevivió agobiado. Hasta Albiol mostró síntomas de flaqueza.

El Young Boys tampoco atraviesa por su momento más dulce. Su imperiosa necesidad le hace peligroso. A su plaga de achaques hay que sumarle una dura racha: una victoria en los últimos cinco encuentros. Empató ante el colista, luego llegó el traspiés de la Champions, la derrota en Copa frente al Lugano y un nuevo revolcón contra el Saint Gallen. Wagner ha ido dando descansos como ha podido. Hasta hoy, que pondrá todo su arsenal con Elia a la cabeza. Se juega una final por un futuro en Europa. Y ahí, en ese duelo por sumar proezas internacionales, el Villarreal le aventaja. Pedraza y Trigueros volverán a portar la bandera de una ilusión iniciada en Gdansk y que quieren seguir ondeando hasta primavera.