Luis Suárez no está fino. Los cinco goles que ha marcado después del confinamiento no esconden una realidad: al delantero uruguayo no está cómodo en el campo. Desde que regresara de su operación en la rodilla derecha, al charrúa se le ve más lento y agarrotado en sus acciones, dejando bien patente que no está teniendo las mejores sensaciones. Sin embargo, su capacidad de sacrificio y pundonor suplen estas carencias, hasta el punto que se ha convertido en uno de los máximos goleadores del equipo tras el regreso del confinamiento.
A Luis Suárez, que acabó visiblemente cojeando en su pie derecho en el partido ante el Alavés, ya no se le ha visto pelo en los entrenamientos del lunes y el martes, al quedarse en el gimnasio haciendo trabajo de recuperación. Es evidente que la rodilla derecha sigue dándole más de un quebradero de cabeza, pero el charrúa tiene el umbral de dolor por las nubes, por lo que soporta perfectamente este tipo de situaciones.
Desde que regresara de la lesión, ha jugado siete partidos como titular y cuatro como suplente. Tras quedarse en el banquillo en los dos primeros tras el confinamiento (Mallorca, Leganés), encadenó seis seguidos en el once (Sevilla, Athletic, Celta, Atlético, Villarreal y Espanyol) quedándose los dos siguiente en el banquillo (Valladolid y Osasuna) para regresar otra vez al equipo ante el Alavés. Marcó dos goles al Celta y uno al Espanyol, Villarreal y Alavés. Esta temporada ha acabado cuarto en la tabla de goleadores con 16 dianas.
El objetivo prioritario que se ha autoimpuesto Luis Suárez es llegar al partido del 8 de agosto ante el Nápoles en las mejores condiciones posibles. Tiene casi tres semanas por delante para acabar de ponerse en forma y mejorar las sensaciones. Unas sensaciones que le permitan afrontar el intensísimo calendario que les espera de la Champions si llegan a la final con la mayor de las garantías.